¡Echemos abajo el gasolinazo!

Lupita Rodríguez Martínez
Monterrey.- Las movilizaciones populares deberán continuar en todo México, para que juntos echemos abajo el “gasolinazo” y frenar el nuevo aumento que el gobierno federal tiene programado para el 4 de febrero, ahora con un incremento estimado del 8 por ciento.
La lucha contra los efectos nocivos de la reforma energética es la verdadera causa que debe mantenernos unidos, en defensa de la soberanía nacional y de la dignidad del pueblo de México.
Las posturas fascistoides y racistas que Donald J. Trump asumió sobre México, no deben desviarnos del objetivo de revertir el 20 por ciento de aumento a las gasolinas e impedir que nos receten el nuevo “gasolinazo”, todo lo cual pone en riesgo la estabilidad social, política y económica del pueblo, ya de por sí tambaleante y a punto del estallido.
El sentimiento de odio con el que Trump ha impregnado a la sociedad norteamericana, alimentando el racismo con su intención de construir un muro fronterizo pagado por México y de deportar a miles de migrantes mexicanos con graves consecuencias para nuestro país, debe recibir la más enérgica y firme respuesta de nuestras autoridades, que están obligadas a defender los derechos de los connacionales y no permitir atropello alguno contra ellos.
Pero, así como está obligado a defender a la población migrante, el gobierno peñanietista está más obligado a defender a la población mexicana del “mega gasolinazo”, que ordenó aplicar sin consultar a la ciudadanía, sin agotar otras alternativas y, peor todavía, sin tomar acciones de ayuda para evitar que millones trabajadores y sus familias sufran el nefasto impacto.
Por el entreguismo de Peña Nieto y de los partidos firmantes del Pacto por México (PRI, PAN, PVEM y PANAL), se provocó una crisis social sin necesidad, pues hay alternativas para cubrir lo que se dejó de recaudar por la venta del petróleo.
La privatización de PEMEX y de la CFE es el más duro golpe asestado a la economía de los mexicanos y hoy lo estamos sufriendo.
El presidente Peña Nieto aseguraba que no subirían los precios de los energéticos y hoy vemos todo lo contrario.
Así lo denunciamos cuando el Congreso de la Unión aprobó la reforma energética en el 2013, por ser violatoria a la Constitución y contraria a la voluntad del pueblo.
En el PT no vamos a ceder ante la simulación del gobierno, que ahora pretende hacerse la víctima ante la supuesta falta de opciones para mantener la estabilidad económica. Van a caer, una por una, las mega mentiras de que el aumento a las gasolinas no es por la reforma energética; que hubieran tenido que recortar drásticamente los programas sociales; que el aumento a los combustibles vino de afuera y, que los yacimientos del petróleo ya se agotaron. Se optó por la salida fácil sin pensar en la situación vulnerable de los mexicanos, agravada por el bajo poder adquisitivo del peso, el desempleo y la inseguridad.
Es necesario que el gobierno cambie el manejo errático de la economía y no siga sometido a las políticas neoliberales impuestas por Estados Unidos y sus organismos satélites del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, ya que sacrifica el bienestar de la ciudadanía y la obliga a pagar los aumentos en los precios de la tortilla, el pan y los granos, así como en el transporte.
La irritación social por el “mega gasolinazo” y por la corrupción que hay detrás, es lo que mantiene las protestas del pueblo en las calles y a través de redes sociales. A pesar de los chantajes de Trump y de nuestras diferencias ideológicas, no permitamos que se consume este atraco. Ahora es cuando debemos sumar voluntades para revertir el “gasolinazo”.
Para salir de la crisis se requiere de una política que reactive los sectores productivos, invertir en refinerías, investigación y tecnologías para disminuir la importación de gasolina, así como limitar la inversión extranjera en la explotación de nuestros recursos y, sobre todo, en recuperar la soberanía energética.
Aunado a todo lo anterior, es indispensable poner en marcha una cruzada nacional de combate a la corrupción y a la impunidad, responsables en gran parte de la debacle que hoy vive la sociedad mexicana.

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