Por Pedro García
Por lo que veo, ningún sector -privado o gubernamental- está enterado de las circunstancias económicas dominantes en el país pues no hace ni quince días del encuentro del presidente Peña Nieto con las cúpulas empresariales en el cual se dibujó un panorama optimista, evaporado por la contundente realidad: desplome del PIB (apenas 1.8%), profundización del desempleo, aumento de la informalidad, aumento del déficit comercial, alza inflacionaria. De la pobreza, ni hablar.
Salvo el nivel de las reservas internacionales, lo demás está desplomado. Los famosos “fundamentos económicos” acabaron siendo un eufemismo con el que se ha estado engañando al pueblo para justificar un modelo fallido.
En dicha reunión con el Presidente, el petulante empresario Claudio X. González le dijo al mandatario que los industriales mexicanos iban a invertir una megacantidad en dólares pero, mientras echaba esa hablada, se habían fugado del país ¡20 mil millones de dólares! de mexicanos para ser depositadas en cuentas en el extranjero (dicho por el Banco de México).
Creo que el presidente Peña Nieto debe revisar con lupa las versiones de las cúpulas del sector privado, dejarlas por ahí en un cajón de su escritorio ejecutivo porque son sólo informes especulativos para conseguir más privilegios del gobierno federal.
Y esto lo sostengo porque en el mismo encuentro, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani no dijo ni pío de la urgencia de implantar un programa económico como sí lo dijo este lunes 26 de agosto, ello a pretexto de que las reformas constitucionales sean aprobadas.
El Presidente Peña Nieto debe “bajar” al umbral del inframundo en que se encuentra la inmensa mayoría de las familias, batiéndose diario para llevar algo a la mesa. Esa es la realidad que el Ejecutivo debe atender con urgencia.
Hacen falta programas sociales de impacto directo a favor de las familias con provisión de alimentos básicos, nutrientes y educación gratuita, como había hace 25 o 30 años, y que fueron combatidos, precisamente por las mismas cúpulas empresariales con las cuales usted se acaba de reunir y que le exigen impuestos a los alimentos y medicinas.
El Presidente también debe privilegiar las necesidades de micro, pequeños y medianos empresarios donde hay una verdad dura: falta de capital de trabajo y necesidad de la promoción de crecimiento de dichos segmentos fabriles.