Por Pedro García
Cada vez que surge una reforma estructural experimentamos el parto de los montes. Por eso es que, a querer o no, algunos sectores de la población (no hablo de los partidos) reciben con escepticismo el resultado.
Yo aplaudiría cualquier reforma que se tradujera en más mexicanos engrosando, no las listas de Forbes, sino los escalafones de la clase media, es decir, que millones saliéramos de los cinturones de miseria, y no por regalos de dinero por parte del gobierno, sino por un nuevo estatus nacional relacionado con la posibilidad de aprovechar las oportunidades a través de la educación y la capacitación para el trabajo.
Ya sé que hay programas de capacitación para el empleo, de lo que hablo es de planes de instrucción escolar orientados a formar recursos humanos con habilidades, y con conocimientos para el mejor desempeño: En resumen, que el sistema educativo nacional sea de calidad y competitivo del cual egresen excelentes abogados, médicos, ingenieros, así como creadores de las artes y las humanidades, excelentes deportistas.
Por ello, elogiaría que los recursos que se obtengan de las ganancias de la explotación del petróleo que se va a permitir a extranjeros y que, según, también va a disfrutar el gobierno de México, se ejerzan en gran proporción a la educación: escuela básica y universidades…públicas.
También a asegurar la alimentación de los mexicanos en el abasto, pero sobre todo al impulso al campo, pues en reciente plática informal, un diputado local nos decía que no podemos darnos el lujo en México de tener millones de hectáreas abandonadas u ociosas.
Queremos ver que se apoye a los ejidatarios y pequeños propietarios, pues los grandes productores ya están encarrilados y exportando, tal como sucede en las ciudades donde cada vez que inicia un sexenio se divulga que la micro, pequeña y mediana empresa va a ser apoyada y todo queda en programas financieros marginales.
Es decir, que el mentado fondo de estabilización derivado del petróleo (que no es nuevo) se use y se use con transparencia porque luego se despiertan sospechas como los ingresos multimillonarios en dólares registrados en los pasados gobiernos (sin poner siglas, es lo de menos) y que, se dice, no se usaron bien. Ahí sí, sabrá Dios porque, en todo caso, ningún partido se atreve a denunciar plenamente, todo se va en diatribas partidistas, y si es que de veras hubo opacidad.
Pero, vámonos para adelante. Peña Nieto está obligadísimo a usar con transparencia los recursos del petróleo, y no andar después con el cuento del fideicomiso. Opaco y cerrado bajo siete llaves.
GENTE
Órale!…Quesque todos los actores políticos: diputados, regidores, senadores y alcaldes están a las puertas de las escuelas básicas cargados con alimentos para los educandos. ¡Vaya! ¿Qué hizo tal milagro?
Bien harían, por ejemplo los alcaldes, en apostarse por las noches en las calles de sus respectivos municipios cargados con luminarias para sustituir todas las que están fuera de servicio. Como dice el admirado reportero Jacobo Zabludovsky, “al toro”, “al toro”…Es decir, a lo suyo.
Ora que, sí sobra de donde rasguñarle al presupuesto, entonces pá qué andan de cobrones con el Predial. Párenle a sus amenazas de embargo sobre los morosos.
También doña Juana Aurora debe moverle más, y bien, al asunto de la nutrición de los escolares y deje de andar saludando con sombrero ajeno en el punto de las despensas.
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Se reporta el dip. fed. Martín López con propósitos de año nuevo en el sentido de meter el acelerador como legislador y en su contacto con los ciudadanos de su distrito. Ya veremos.
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Otro federal, Pedro Pablo Treviño va a tener chamba en San Lázaro porque resultó miembro de la Comisión Permanente donde se reciben asuntos nuevos para su análisis o resolver lo que haya que sacar delante de la agenda del año de la Cámara de Diputados.