Por Pedro García
La crisis financiera de años recientes ha afectado seriamente la confianza en los gobiernos de muchas partes del mundo, informó un grupo de estudios que representa a las mayores economías del globo.
“En los países más afectados por la crisis, la gente ha perdido la confianza en que sus instituciones les ayuden a solucionar sus problemas”, dijo Martine Durand, jefa de estadísticas de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
Australia, Canadá, Dinamarca, Noruega, Suecia y Estados Unidos tuvieron las mejores puntuaciones en términos de sentimiento general de bienestar, incluida la satisfacción vital. Chile, Estonia, Grecia, Hungría, México, Portugal y Turquía obtuvieron las puntuaciones más bajas. Hasta aquí el reporte difundido por agencias internacionales de noticias.
Lo anterior sirve de marco de referencia para comentar los estallidos sociales genuinos registrados en Huehuetoca, Estado de México y Guadalupe Victoria, Puebla donde la población se ha rebelado con la quema de palacios municipales y patrullas policíacas en reacción a los abusos institucionales, donde en lugar de que los gobiernos “les ayuden a solucionar sus problemas”, se los agravan.
Tal es el nivel de hartazgo de los habitantes de Huehuetoca y Guadalupe Victoria que a su manera tratan de remediar la situación que los aqueja. A nosotros no nos asusta el comportamiento de los paisanos de aquellas regiones, y menos después de ver que en Oaxaca la discriminación permanece contra los marginados, pues otra parturienta dio a luz en la vía pública.
Veo en los medios de comunicación de posibles estallidos sociales en el estado de Michoacán sin advertir lo ocurrido en el Edomex y Puebla, sitios de rebelión contra las instituciones, derivado de los abusos oficiales.
Con el matiz propio de la gente económicamente acomodada, en Monterrey también hay indicios de rebelión social como en el fraccionamiento San Jerónimo donde los vecinos se organizan para “blindar” su entorno contra los rateros y homicidas debido al abandono de la policía regiomontana.
Los residentes no han creado motines ni destruido el palacio municipal que alberga a la alcaldesa Margarita Arellanes, pero sí le movieron el tapete al obligar al jefe de la policía a presentarse para exponerles un sistema de vigilancia, aunque posterior a la muerte de una joven profesionista, en su propia casa, a manos de un grupo de jóvenes.
Otros alcaldes levantaron sus antenas y se muestran dispuestos a instalar rejas en las colonias donde los vecinos demanden ese dispositivo para aislarse de los ladrones y de la violencia en general.
No obstante esa realidad contundente, los alcaldes metropolitanos se han descosido en los autoelogios en sus respectivos informes al asegurar que han logrado reducir los delitos y la violencia. Casi el paraíso. Ah, y que nadie ose contradecirlos.
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A panfletazo limpio, los diputados del PAN en el Congreso de Nuevo León provocaron un espectáculo de aquellos en su afán de tratar de convencer al gobernador a deponer su actitud de cobrar por el cambio de placas de automóvil.
“No al replaqueo”, fue el tenor del cartelazo contra Medina quien, dijo Alfredo “Fredy” Rodríguez, coordinador de los diputados azules, no se sacia en sus propósitos recaudatorios a pesar de que el Congreso le aprobó esquemas de restructuración de la deuda.
Y que, en lugar de ser consecuente –el gobernador- opta por contratar más deuda e hincar el diente a los ciudadanos con el mentado “replaqueo”. Veremos en que queda ese hartazgo legislativo.