Por Pedro García
A propósito de los ajustes –a la alza- de los impuestos o derechos que cobran el gobierno estatal y los municipios, cada año surge una guerra de opiniones, la mayoría voces de críticas con presión hacia los gobernantes en tal modo que algunas, si no es que la mayoría, son motivadas por cuestiones político-partidistas.
En esencia, para servir a los ciudadanos, y satisfacer a los contribuyentes, los gobiernos de todo el mundo deben cobrar impuestos y derechos, e imponer aumentos para recaudar el dinero necesario para efectuar obras y contraprestar servicios públicos a la sociedad.
Pero también, el gobierno (el gobernante) debe ser responsable en el uso de los recursos que toma de los ciudadanos, es decir, usarlos en beneficio de sus jefes, los integrantes de la sociedad.
No debe desviarlos para su uso personal o de parientes. Debe ejercer el presupuesto con honestidad y transparencia: en resumen, retornarlos a los ciudadanos en obras y servicios.
Tampoco se debe incurrir en un endeudamiento irracional, que sería producto de una mala administración o de la falta de recursos (quizá el cobro de tarifas bajas de impuestos y derechos) ante lo cual un gobierno debe ser creativo para hacer más con menos, a través de una alternativa recomendable: bajar su gasto corriente para liberar dineros a obras.
Todo lo anterior viene a cuento por la controversia típica que registra Nuevo León en sus actores políticos y de gobierno: subir o no subir los impuestos; crear o no, nuevos tributos; decretar una suspensiva; dejar de cobrar algunos servicios de forma parcial, como ocurre en la tarifa del Metro en domingo, por ejemplo.
Algunos alcaldes metropolitanos han decretado el no aumento del Predial, otros sí lo han aprobado. Ahora, al gobierno se le exhorta a no cobrar el “replaqueo” para el 2014 y hasta se le exige que absorba el gasto de ese servicio a los automovilistas, bajo el argumento de la economía social.
Nosotros consideramos que es un error que los gobernantes, de cualquier nivel, difiera, posponga, incrementos porque después va a padecer para responder a los ciudadanos a los que beneficia con el No aumento en la introducción de obras y la prestación de servicios.
Por eso vemos con cierta regularidad que algunos alcaldes, por ejemplo, han tenido que hacer “ajustes”, es decir, aumentar lo que no se aumentó en años o trienios anteriores y batallan para justificar la medida de “actualizar”, por culpa de quienes los antecedieron en el cargo que, probablemente para ganar adeptos, dejaron de cobrar lo justo.
Entonces, se va generando en el tiempo una bola de nieve de orden presupuestal y financiero que orilla a los actuales administradores de los municipios o del gobierno estatal a cobrar en tasas por encima del índice inflacionario, por demás injusto, para enfrentar compromisos de pago de deuda o sencillamente para hacer obras o brindar servicios básicos para los cuales se hace un diseño financiero, precisamente en base al cobro de tributaciones.
Entonces, no es aconsejable que un gobernante, en aras de pasar por popular, deje de cobrar lo justo porque después se presentan los problemas, como ocurre actualmente, aunque también, es necesario señalarlo, hay casos en donde ha habido un manejo irresponsable de las haciendas públicas, y eso sí que es reprochable, en lo cual le damos la razón a los ciudadanos.
En donde sí es justo y razonable es cobrar bajos impuestos o hasta condonarlos es en los grupos vulnerables, desempleados, discapacitados y todos quienes entran en esta esfera. Lo cual se puede compensar con un ahorro administrativo en el llamado gato corriente.
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El diputado federal Pedro Pablo Treviño asistió a ceremonias de rendición de informes en los municipios de Parás y Marín, localidades para las cuales gestionó con éxito recursos para la construcción de infraestructura deportiva en donde, como hemos visto, hay niños y jóvenes deportistas que han sorprendido de manera grata al país con actuaciones sobresalientes.