Por Pedro García
Ganemos el poder sin perder al partido: Castillo Peraza
Si bien no podemos afirmar que el PAN está a punto de evaporarse, sí se puede advertir de la probable aproximación a una debacle electoral, desde ya anunciada, toda vez de la pésima imagen pública que proyecta el partido en razón de su división y de los reproches proferidos por algunos de sus cuadros desertores, hoy fuera del instituto político.
En los años 90 del siglo pasado, con el PAN como poderosa fuerza partidista a raíz de su (¿insana?) cercanía con Salinas de Gortari derivado de las concertacesiones, el entonces líder del panismo Carlos Castillo Peraza (q.e.p.d.) instó a la militancia de Monterrey a “ganar el poder sin perder el partido”. Eran los días en que se cocinaba otro arreglo poselectoral: el sacrificio de Jorge Manjarrez para entregar la alcaldía a Jesús “uyuyuy” Hinojosa (o alcalde de segunda instancia, como también se le motejó al emblemático albiceleste).
Y, efectivamente, el panismo no se perdió; adquirió disciplina, y principalmente un fogueo notable en las formas priistas de hacer política; en los modos de encarar procesos electorales: se dice (lo dicen los desertores) que Acción Nacional aprendió lo peorcito del PRI: el clientelismo y la corrupción.
Pero ocurre que, insisten los renunciantes al PAN, que entre el neopanismo hubo aprendices aventajados que hicieron uso de las mañas para derrotar al PRI en municipios importantes de la zona metropolitana de Monterrey, pero también para aislar a los panistas tradicionales y puristas, así como a los cuadros veteranos en lo cual no pararon en mientes, menos en el dinero necesario para asegurarse el control del partido. Y en esas andan los celestes.
El cuento es que el PAN fue nota mundial cuando se apoderó de la Presidencia de la República con el triunfo en los comicios del 2000; el mundo aplaudió la “democratización” de México y a Zedillo, quien entregó el mando al PAN, lo que le alcanzó para ser calificado como un campeón de la democracia.
Y, sí, el PAN creció y creció hasta echar al PRI de Los Pinos con las botas del conservador recalcitrante, Vicente Fox con quien el partido celeste coronó sus afanes para ejercer el máximo poder, aunque con el vergonzoso colofón de tener que ver al propio Chente autodesmentirse (autoinmolarse, dijo uno de sus excolaboradores del servicio exterior) al pasarse al lado del PRI con su proclamado apoyo a Peña Nieto por ser “la mejor opción”, en desprecio de Josefina Vázquez Mota, o lo que es lo mismo: los crímenes son del tiempo no de España.
Eso a nosotros no nos sorprendió porque en el 2006, cuadros verdaderamente distinguidos del PRI echaron pestes del Roberto Madrazo; no renunciaron pero aparecieron en programas de la televisión nacional para apoyar a Calderón, por cierto uno de ellos fue el tecnócrata Luis Téllez reducido a “pitero” rajado (Salinas se robó la partida secreta). El apoyo lo otorgaron otros priistas notables porque hasta dirigieron el CEN priista y que ahora están metidos en su esencia, el sector privado.
Así que, ¿estaremos ante una debacle del panismo?…Como siempre, sólo el tiempo pondrá las cosas en su lugar.