La ortodoxia se impone: aumentos por doquier, ante lo cual nos asiste el derecho de pataleo, que no es causa de condena. Total, todo es relativo, según el color del cristal con que se mire.
Nosotros también quisiéramos estar con el viento a favor para aplaudir los decretos y demostrar que nada es injusto y nada es caro, puesto que el salario alcanza o que los negocios dan utilidades para solventar las alzas sin el menor desvelo.
Es época de arriar velas, resignarnos ante lo i…rremediable, total, así lo hemos pasado los últimos 30 años con programas diseñados para hacer del nuestro un país próspero.
Esta vez vamos por una nueva apuesta, supuestamente definitiva y determinante para transformar al promedio de la población en una clase social con poder económico, es decir, Clase Media. La moneda está en el aire y comenzará a caer hasta dentro de cinco o seis años: la suerte está echada, falta verla: cara o cruz.
La suerte podría ser la configuración de un ambiente socio-económico de oportunidades a partir del florecimiento de las inversiones y más negocios, demandantes de trabajadores y profesionistas.
En eso tendrían que convertirse las reformas de ley promulgadas, en un sistema económico de mejoría salarial, lo cual se antoja difícil porque el mercado del trabajo opera bajo fuertes presiones en donde el pago de percepciones altas, es decir, salarios remunerados, saca de competencia a las empresas en el tema de precios al consumidor final.
El salario remunerado también es visto como un costo a considerar por los inversionistas, no por nada hay regiones o países donde, por épocas, se radican los capitales productivos, por ejemplo China.
Por otro lado, siempre está latente un golpe monetario especulativo por parte de las potencias gubernamentales y las privadas para generarse beneficios con la volatilidad, con una consecuencia inmediata como sería la reorientación de los capitales a los mercados fuertes, mientras que naciones o regiones enteras quedan colgados de la brocha. En fin.