Por Pedro García
¡Uy!…Ahora que mosco le picó al Consejo Coordinador Empresarial, es decir, lo más rancio del empresariado, pues resulta que en otro frente de rechazo a las medidas fiscales de Enrique Peña Nieto pone de escudo a los trabajadores para bajarle la guardia al Presidente al siguiente tenor: “Ya no podemos permitir que los trabajadores, en el espejismo del crecimiento de un año, pierdan de nuevo calidad de vida que difícilmente se va recuperando”.
Lo anterior viene a cuento luego de que dicha cúpula a través de su centro de estudios económicos cuestiona los propósitos de deuda del gobierno de Peña con quien, ya se ve, ha terminado la luna de miel y le subraya que el salario real cayó 76.1 por ciento de octubre de 1976 a diciembre de 2000 debido a “políticas de exceso de deuda y de financiamiento con recursos extranjeros en forma de pesos, como los tesobonos y la enorme cantidad de valores gubernamentales que están hoy en manos de extranjeros”.
Y este columnista pregunta a la por demás hipócrita cúpula por qué no se rebeló así en el momento más oportuno, por qué nunca renegó de los “topes salariales” vigentes desde el primer Pacto económico acordado con Miguel de la Madrid, medida empobrecedora de los trabajadores a pretexto del maldito acuerdo que no fue, ni con mucho, la solución a los problemas del raquítico salario.
Les recuerdo a las cúpulas del sector privado que ellos son los que, en alianza con el poder del gobierno, han impuesto a los trabajadores incrementos salariales de hambre, de unos cuantos centavos al día, para lo cual se han valido de asustar con el petate del muerto de la fuga de capitales.
También es un secreto a voces que la famosa “paz laboral” es una engañifa del sistema político ya que es una paz impuesta por el gobierno de la República cuyo objetivo es congraciarse con los capitales extranjeros para que vengan a radicarse en México a costa del bienestar de los trabajadores. Así nos la hemos pasado durante cinco sexenios (Miguel de la Madrid hasta Peña Nieto, pasando por Zedillo y los panistas).
Y agrego que no han sido las empresas sino los asalariados los que han cargado sobre sus espaldas el costo de las crisis recurrentes en que nos metieron LEA, López Portillo, pero también los tecnócratas, con todo y la inteligencia técnico-económica que se le asignaba a Salinas quien, a la sazón, nos empobreció junto con Ernesto Zedillo.
La cuestión de fondo es que Peña Nieto está en un rol no esperado por los barones de la especulación y de los mercados que le apostaron con todo al ahora Presidente al que no le toleran el “derrote” que está haciendo para obligarlos a pagar más impuestos.
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La sesión de ayer del Congreso de Nuevo León fue lo más parecido a los sketches de las Tandas del Principal cuando las diputaciones del PRI y PAN se redujeron a un debate de vanidades infundadas, o sea, la pura fatuidad.
Por momentos, la llamada “máxima tribuna” sirvió de tinglado lacrimógeno por el tono melodramático de los honorables representantes populares que gastaron ríos de saliva en el autoelogio y la descalificación del de enfrente. Y en medio, el pueblo: pretexto, motivo y objetivo de la politiquería, rayana en el ridículo de los paladines sociales.
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Más tarde, y en el remanso de los asuntos que verdaderamente valen la pena, la asamblea aprobó que se remita un exhorto al director del DIF estatal para que despliegue el programa “10 por la Infancia” de la UNICEF, agencia de la ONU en México consistente en acciones de beneficio de los niños y los adolescentes.
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Luego, el diputado Alberto Serna de León convocó a la alcaldesa Margarita Arellanes a que el mantenimiento de plazas y parques de Monterrey lo efectué con la dependencia que tiene en el organigrama y el personal de la misma, y evitar duplicidad de funciones y en el gasto con la asignación de ese servicio a empresas privadas.